Ophelia Rutherford

Nació en algún lugar de mágicas historias, el viento la trajo hasta la puerta de un orfanato en un moisés de mimbre trenzado que una monja encontró. Creció en aquel sitio, actuando como si bailara sobre nubes, ninguna hermana la entendió. Ella tenía un espíritu que la religión no pudo domar, hablaba de criaturas fantásticas que leía en libros prohibidos, cuestionando siempre los designios de Dios. Nadie le enseñó a leer, aprendió sola y todo lo que deseaba saber siempre encontraba forma de hacerse con esa información. Ni una monja consiguió arrodillarla sin un cuestionamiento de por medio y le temían porque creían que estaba poseída o que era una bruja porque a veces había dos de ella al mismo tiempo. Así que cuando cumplió dieciséis años la dejaron a su suerte. Algunos dicen que aquel día no salió una sola Ophelia, pero ¿esto también sería verdad?

En su deambular por la ciudad tuvo variados trabajos pero siempre volvía a las calles. Un día, cuando tocaba el pandero esperando por monedas, un extraño se le acercó.

Aquella fue la única parte de la conversación que los curiosos escucharon repitiéndola cuando alguien preguntaba sobre la chica del pandero. Ophelia no volvió a las calles por un par de años, hasta que convertida en una señorita se encontró de nuevo haciendo música para quien quisiera escuchar. Esta vez, una extraña caja que al mover su manivela reproducía canciones tan curiosas como su sonrisa.

Dicen que si te acercas quizá te obsequie una peculiar joya con su propia historia.

A simple vista pareciera una persona tranquila y agradable pero si te fijas bien, la mirada perdida y la sonrisa inquietante puede dar una sensación de incomodidad a cualquiera. Ophelia en realidad solo vive en su propio mundo. Su único interés es entregar las joyas que tiene en su poder ya sea vendiendolas o regalandolas. Le cuesta encontrar la motivación para preocuparse por otros, aunque no hará nada directamente para herirlos. Al mismo tiempo le llama la atención la gran gama de emociones de las personas. Es curiosa y muy inteligente. Tampoco le tiene miedo a lo que normalmente otros sí. En su imaginario hasta el ser más oscuro quiere una piedrita brillante. Si llega a tomarle cariño a alguien se pondrá de su lado, sin importar si los intereses ajenos son morales o éticos.

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