Kabus Zalam

Primogénito de un refutado general del ejercito, Kabus creció en una familia de soldados que, durante generaciones, sirvieron al Sultán del Imperio Otomano con grandeza gozando también de un buen estatus social. Pese a las grandes expectativas que su padre tenía sobre él, el muchacho mostraba poco o nulo interés respecto al arte de la guerra y al combate en general. En su lugar aspiraba más por la magia negra y otro tipo de conocimiento relacionado a las artes oscuras ligadas, más que nada, a la muerte, llegando esto a convertirse en su motivación personal. Su familia, más concretamente su hermano menor Asud, miraba con muy malos ojos el hecho de que se estuviera involucrando en la hechicería que atentaba contra las costumbres religiosas y el prestigio de su estirpe, sin embargo, Kabus no estaba dispuesto a ceder ante los caprichos de terceros ni mucho menos convertirse en un portento militar llegando al punto de ser desheredado por su progenitor y posteriormente exiliado. Esto, lejos de molestarle, significó un símbolo de libertad absoluta, así, el joven aficionado, inició una travesía por varios países aprendiendo a sobrevivir y a instruirse en la magia negra como tanto ansiaba. Con el paso del tiempo conoció a un hombre anciano llamado Kedar que le ayudó a seguir sus estudios de nigromancia formalmente con la única condición de que se convirtiera en el contenedor de su alma y así convertirse en liche burlando a la muerte para seguir con sus investigaciones. Kabus aceptó ofreciendo su ojo derecho como albergue volviéndose así el sirviente del decrépito hechicero con quien, pese a todo, desarrolló una buena relación.

Pasando los años y progresando su talento, separó caminos con su mentor para continuar la travesía con la promesa de que volverían a encontrarse. Kedar confiaba lo suficientemente en Kabus como para entender que éste no sería capaz de traicionarlo (En lo que respecta el rebelar su punto débil que es el mismísimo ojo derecho de su pupilo donde yace una cicatriz) Arribando a Londres, el joven hechicero vive en una pequeña y modesta casa apartada dedicándose a crear medicinas y venenos que vende regularmente disfrazando su laboratorio de magia en una botica para no ser descubierto considerando que las artes oscuras aun no son del agrado de muchos.

Sangre ácida: Estas criaturas están tan corrompidas que beber su sangre podría provocar quemaduras internas o hasta la muerte, una pequeña gota podría provocar quemaduras de segundo grado.


Cadenas congelantes: un hechizo que invoca una serie de cadenas que atan al objetivo, las cadenas se iluminan con un aura rojiza que causa quemaduras severas constantes y absorben la energía de este para paralizarlo.

Familiar: El humano es capaz de invocar una pequeña criatura ya sea de luz u oscuridad a su alrededor, convirtiéndose en un compañero de vida que puede alimentarse de grandes cantidades de energía o un contenedor para absorber heridas infligidas a su amo, este puede desaparecer cuando el humano se encuentra agotado o si una criatura oscura lo lastima directamente.